domingo, 26 de diciembre de 2010

CHOFERES PSICOPATAS

Este es un artículo antiguo que ya tiene más de tres años pero lo vamos a volver a publicar por que aclara una serie de dudas respecto al caótico TPU y que finalmente culpamos o a los choferes de este servicio así como a las unidades que estos emplean. El texto del artículo en cuestión que publicó el diario El Comercio del día domingo 12/08/07 es el siguiente:


 ¿CÓMO ES EL CHOFER PERUANO?
El más peligroso es joven, trabaja 12 horas y ya causó un accidente. Antisocial, irritable y agresivo. Así es el chofer peruano, protagonista del caótico y peligroso sistema de transporte y responsable del 72% de los accidentes en el país.


Por Nelly Luna Amancio

El tiempo es menos dogmático con una tragedia. Lo que para sus víctimas puede ser un suceso inacabable, dura apenas unos segundos para sus espectadores. Tal vez por eso en un accidente de tránsito los sobrevivientes relatan los hechos como si estos hubieran tardado mucho más tiempo en registrarse. "Antes de que el carro se saliera de la carretera, el chofer gritó 'no puedo', 'no puedo', el bus dio un par de vueltas, chocó con un molle y luego cayó de nariz hacia la quebrada... no sé en qué momento los cuerpos salieron disparados, el chofer no pudo dominar la curva", contó durante más de quince minutos uno de los heridos de un accidente en la sierra de Áncash, que ni los medios ni el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) han registrado. Se trataba de un vehículo coaster particular que hacía el servicio entre Huarmey y el distrito de Huayán. Cuatro personas murieron y más de diez quedaron heridas. Del chofer solo se sabe que sobrevivió y que había trabajado sin descanso con ese viejo vehículo durante más de una semana, en una carretera empedrada y maltrecha.

Los pasajeros dicen que los accidentes son frecuentes en este tramo, no hay empresas formales que cubran esta ruta y los choferes casi siempre ignoran los peligros de la carretera. "No sabemos siquiera si el conductor tenía un brevete autorizado", dicen. ¿Qué hace que un chofer arriesgue su vida y la de sus pasajeros conduciendo un vehículo sin mantenimiento por un camino que no conoce, a una temeraria velocidad?

ANTISOCIALES Y AGRESIVOSLas estadísticas del MTC señalan que en un 72% de lo casos, los accidentes tienen como responsable al chofer. Son incidentes que se pueden evitar. Se creyó, entonces, que incrementando la fiscalización el número de accidentes se iba a reducir, pero eso no ha ocurrido (al menos no en Lima): el número de papeletas se ha multiplicado pero el número de accidentes se mantiene. La sanción no es disuasiva. ¿Qué está ocurriendo para tener uno de los transportes más caóticos y peligrosos de la región? ¿Qué rasgos definen al conductor peruano?

Hace un par de años, El Comercio difundió una investigación del doctor Carlos Ponce Díaz, profesor de psicología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, quien ayudó a responder estas preguntas. Concluyó que el 40% de conductores del servicio público tenía rasgos psicópatas.
Un nuevo estudio, del mismo autor, confirma ese perfil y explica ahora la conducta inescrupulosa de muchos choferes de transporte público. De acuerdo a la investigación, los conductores que han tenido uno o más accidentes reflejan comportamientos más negativos que aquellos que nunca han tenido uno. Se tornan más agresivos y las probabilidades de que vuelvan a chocar son mayores.
La edad es otra de las variables que define la actitud de los conductores. Y en este aspecto, la conclusión del estudio es determinante: los choferes entre 20 y 29 años asumen conductas más avezadas y desequilibradas que los que tienen más de 30, lo mismo concluye cuando se comparan los grupos entre los que tienen educación secundaria y educación superior, los primeros serán más peligrosos. En esta misma línea, la Central Autónoma de Trabajadores del Perú estima que el chofer peruano trabaja más de 12 horas en promedio.

Otro de los datos más saltantes de la investigación de Ponce sostiene que el 55% de los choferes de transporte interprovincial es precavido, atento y responsable, con alto nivel de seguridad, y controla adecuadamente su conducta. "Son los que marcan la diferencia con los choferes particulares, los microbuseros y los taxistas que, por el contrario, infieren una conducta peligrosa y de alto riesgo", explica.

¿Entonces, por qué la mala racha de accidentes? Para el presidente del Centro de Investigación y Asesoría del Transporte Terrestre (Cidatt), Juan Tapia, este tipo de servicio requiere de mucha mayor concentración, para lo que se necesita garantizar el descanso de los choferes. En esas condiciones "recomienda que el Plan Tolerancia Cero debe incluir el apoyo de inspectores del Ministerio de Trabajo que verifiquen si las condiciones laborales del conductor son las más idóneas", dice Tapia.

Los problemas familiares y económicos también interfieren negativamente en la actitud de los choferes, así como las dolencias físicas. "El dolor provoca irritabilidad, agresividad, intolerancia y conducta riesgosa y antisocial".

Al estudio de estas conductas, hay que sumar otra investigación del Programa Argos, difundida por Cidatt. En esta se concluye que hay una escasa relación entre las órdenes de las señales de tránsito y el cumplimiento de las mismas. "En ciertos lugares las señales de reducción de velocidad parecen ser efectivas mientras que en otros casos se han verificado aumentos de velocidad luego de mirar una señal (...). Es como si modificasen su velocidad en función a su criterio personal y no en función a lo que se ordena". No es casual, entonces, que el 33% de los accidentes se produzca por exceso de velocidad y un 28% por maniobras peligrosas.

CAMBIOS NECESARIOSUn estudio de la Asociación de Centros Médicos para Licencias de Conducir (Acemaep), en coordinación con el Ministerio de Transportes y las compañías de seguros, reveló hace unos meses que el 29% de los conductores con brevetes A3 no estaba en condiciones de desempeñarse como chofer profesional.

Ponce Díaz insiste en la necesidad de priorizar la formación integral de los choferes. Recomienda "unificar los criterios de la evaluación psicológica a los que quieran tramitar su brevete, también es necesario dotar de equipos, instrumentos y tests necesarios y actualizados que permitan un mejor cumplimiento de sus obligaciones". Freddy Sagástegui, comisionado para los Servicios Públicos de la Defensoría del Pueblo, reitera la necesidad de mejorar la evaluación psicológica de los choferes: "La informalidad en el sector dificulta la fiscalización, los choferes deben tener los mismos derechos y horas de descanso que otros trabajadores". Y Tapia Grillo agrega la necesidad de reordenar la excesiva demanda del transporte, lo que motiva, en muchos casos, las luchas por captar el mayor número de pasajeros.


Sin estas modificaciones, los especialistas señalan que se continuarán entregando brevetes a personas no aptas o promoviendo conductas antisociales o peligrosas. 

AHORA NUESTRA OPINION

Por una parte, me da la impresión que la periodista Nelly Luna Amancio, autora de este artículo mezcla indebidamente un problema provincial aparentemente de bajo tráfico con el transporte público limeño donde prima el caos y el desorden y también, por que nó, la informalidad y el libertinaje.

El primer caso que menciona es un problema neto de falta de profesionalismo de un chofer o del pésimo mantenimiento de un vehículo y que a consecuencia de un mal estado del camino, terminó en un grave accidente.

El caso limeño es lógicamente diferente  y por lo leído me hace recordar un artículo sarcástico que leí hace muchos años en un diario chileno debido a una propaganda que apareció en los coches del metro indicando que los huevos prolongaban la vida ya que muchos ancianos los consumían. El autor relató las incidencias de un investigador, ficticio por supuesto, que se propuso estudiar a la pulga. Observó que la pulga daba grandes saltos con mucha frecuencia. Luego, con bastante paciencia fue cortándole las patitas de a poco, observando cada vez los resultados. Después de cada corte el le ordenaba “salta pulga”, ésta lo hacía cada vez con menos frecuencia  y saltaba menos. Finalmente llegó el momento en que la pulga ya no saltó. La conclusión del investigador fue que conforme se le cortaban las patitas a las pulgas éstas se volvían sordas.

Con el estudio del comportamiento de los choferes del transporte público probablemente está pasando algo parecido al salto de la pulga y su sordera. Hasta ahora no queremos entender que el problema es estructural y el gran responsable es el Estado, desde que en el gobierno del presidente Fujimori se dispuso eliminar a todas las empresas formales y declaró la “desreglamentación total” en ese servicio.

Desde estas líneas, quiero invitar al doctor Carlos Ponce Díaz, quien tiene más fuerza que yo para publicar sus artículos en los diarios, para que se imagine primeramente que sueña ser un nuevo chofer de micro de una empresa actual de transporte público urbano y que le han indicado que el tiene que presentarse con su micro. Por ello, ha tenido que conseguirse uno de esos vehículos en alquiler con un pago diario de 120 soles. En la "empresa" le han dicho que el será el dueño de lo recaudado, teniendo únicamente que dar 10 soles diarios a ellos. Así opera actualmente el transporte público limeño.

En su imaginación, inicialmente honesta y justa, el decide cumplir con los paraderos y circular a una velocidad que no sea ni muy rápida ni muy lenta. El ve que la gente le hace señas para subir pero su honestidad le exige decir que vayan al paradero más próximo. Por el espejo retrovisor ve que la gente no le hace caso y sube a los buses que están detrás de él, por que estos sí paran en cualquier sitio. Cuando llega a un verdadero paradero ve con sorpresa que hay solamente una persona y sube. Así se la pasa recogiendo solamente a la gente que está en los paraderos y tampoco permite que su gente baje en cualquier sitio sino en los paraderos estipulados y nota el malestar de ellos, que ya están acostumbrados a la informalidad. Se pregunta si volverán a tomar su bus.

Cuando termina el día de trabajo, que tendrá que ser de 16 horas o la mitad a condición que él subarriende el bus a otra persona pero bajo su responsabilidad; ve con tristeza que solamente ha recaudado la tercera parte del dinero necesario. Piensa que si sigue así el negocio le saldrá mal. Tiene dos alternativas: retirarse de ese negocio u olvidarse de sus prejuicios de gente honesta y hacer lo mismo que el resto. Después de todo, el dinero recaudado será de él. Decide escoger lo segundo puesto que ha estado más de dos años sin trabajo y se convierte en un chofer más dentro de ese 40% de mundo salvaje y psicopático. Operando así logra conseguir el dinero para pagar todas sus obligaciones pero su personalidad ha cambiado o quizá su verdadera personalidad ha salido a flote por que las circunstancias se lo permiten. Hace carreras para ganarse a los pasajeros y se detiene violentamente cerrando a sus competidores cuando hay pasajeros a la vista. A veces, sus maniobras culminan en un accidente, pero no le importa por que después de todo el bus no es de él, está asegurado y la papeleta se la ponen al dueño del bus. Muchas veces el dueño es influyente y logra que su bus opere sin pagar la multa. Han habido casos de buses con 200 multas sin pagar, quizá por que sus dueños eran policías o jueces. En el centro de la capital observa que muchas líneas tienen el mismo recorrido y eso ocasiona una congestión tremenda pero tiene que resignarse a ello.
 El no solamente se pelea con buses de otras líneas sino también con buses de su propia línea. Todos los días regresa a casa malhumorado y tremendamente agotado y piensa que ese es el quehacer de todos los choferes de este injusto sistema impuesto por el propio Estado peruano.

Ahora le pido al doctor que sueñe lo mismo pero antes de la desreglamentación total (o después de ella, cuando se den cuenta de lo malo de la informalidad existente) y estando en la misma situación económica, sin trabajo por dos años,  se le ofrece la posibilidad de ser chofer de un bus pero esta vez todos los choferes ganan sueldo fijo, trabajan solamente 9 horas, hay dos turnos de trabajo, la empresa es la dueña de los buses y/o la responsable de su alquiler y mantenimiento.

Sale a trabajar el primer día y ve con sorpresa que la gente está en los paraderos esperando su bus. El no ha tenido la oportunidad de ver ese gran cambio por que de hecho, al principio la gente quiso tomar los buses en cualquier sitio pero ahora el sueldo del chofer no está relacionado a la gente que sube a su bus y justamente por ello, ya no le gusta tomar pasajeros en cualquier sitio por que eso cansa. Ya no hay tantos buses en las avenidas del centro de Lima por que ya no hay tantas líneas. Ya no hay tanta congestión ni tantas peleas y todas las líneas de esa avenida pertenecen a una sola empresa. El chofer, que es usted, sigue quizá siendo un psicopático por que eso no se cambia de la noche a la mañana, pero esa actividad no le da la oportunidad de demostrarlo y gracias a Dios, se comporta como gente civilizada y de buen carácter.

En resumen, podríamos decir quizá con más precisión, que cerca del 40 % de los ciudadanos limeños son psicopáticos y solo basta darles la oportunidad para que ellos lo demuestren. Si quiere ver como es la personalidad de alguien en particular, simplemente dígale que maneje y obsérvelo.

A propósito, gran cantidad de conductores tienen el “Síndrome del hueco” (así lo llamo yo). Cuando las vías expresas o avenidas con muchos carriles están un poco congestionadas, no se puede mantener la distancia de seguridad con el vehículo que va delante por que de hecho uno de los dos vecinos lo invadirá de inmediato pensando que así avanzará más rápido. Junto con mi señora nos tomamos el trabajo de dejar un hueco y observar al auto que lo ocupó. Continuamente fue cambiando de un carril a otro, o más adelante, o más atrás de nosotros, por que a veces se quedaba. Nosotros nos hicimos la firme promesa de no cambiar de carril. Al final del trayecto de unos tres Km, estábamos iguales pero las maniobras que hizo el otro auto zigzagueando todo el camino, bien pudieron ocasionar un accidente y la culpa se la echarán al de atrás.

Es francamente alarmante ver que la gente no sepa la finalidad de las dobles líneas punteadas y sólidas por que continuamente se viola esta disposición y cuando hay patrulleros en la zona, ni cuenta se dan de ello. En la vía expresa de Javier Prado hay trazos de líneas dobles que francamente son una burla. Creo que no tienen ni 20 metros de longitud y hay líneas en algunas vías en sitios que no deben haber pero como faltan donde éstas deben estar, llegamos a la conclusión que los errores figuran en los planos de pintado de la ruta. Indudablemente un error que viene cometiéndose desde hace más de 40 años.

El transporte interprovincial es otro caso. Todas las empresas se han caracterizado por ser las dueñas de sus vehículos y los choferes ganar sueldo fijo pero parece que recientemente han aparecido empresas o buses clandestinos donde quizá el chofer sea también el dueño de lo recaudado. Esta informalidad no ocasiona tantos trastornos ahora como en el centro de Lima pero se caracteriza por recoger pasajeros en ruta, a veces sobrellenando el bus y otras exponiéndose o planificando asaltos.

En alguna parte del artículo se menciona que los problemas familiares interfieren negativamente en la actitud de los choferes. Pienso que eso es al revés, La actitud de violencia y desafío que muestra el chofer del transporte público en su trabajo, de hecho informal, a la larga ocasionará trastornos en su hogar.

Con respecto a la observación de Cidatt podríamos decir que en el mundo informal del transporte público no hay tregua de nada. No se respeta ni las reglas ni a los policías y a veces se les arremete el vehículo. No pagan ninguna papeleta por que siempre hay personas influyentes en el problema, especialmente en la propiedad de los vehículos, que bien podrían ser abogados, médicos, jueces, gente de la fuerza armada o policial e incluso de algún municipio. Ellos trabajan entre bastidores y casi nadie los conoce. La velocidad de los vehículos es función del número de usuarios esperando y de la distancia al bus que va adelante, información ésta que se la pasa el datero.

Antes de terminar quiero manifestar que los reyes del zigzagueo son los propios vehículos del transporte público y a veces tienen la frescura de viajar en medio de dos carriles, con las luces de emergencia encendidas, sin que por ello llame la atención de la policía y se le aplique una multa ejemplar con detención del vehículo de inmediato, cosa que no afectará al usuario del centro de la capital ya que hay exceso de buses ahí. Es una lástima que esos policías no sean tan drásticos.

Ya han pasado más de dos años y ni el psiquiatra aludido, ni la autora del artículo del diario El Comercio, ni el mismo diario, ni ninguna autoridad involucrada y por tanto, responsable de estos atropellos, se ha atrevido a discrepar con mis puntos de vista. Por ello, creo que será sumamente difícil tratar de resolver el caos del TPD (desreglamentado) por que principalmente es un problema estructural pero todos esos "expertos" y "asesores" están coludidos con la corrupción y lo único que quieren es "ordenar y controlar" a la informalidad que debe ser un mal aparentemente necesario.


Como ya lo he dicho en otros artículos, muy pocos leen mis blogs, pero dentro de ellos estoy seguro que están los responsables de este meollo y espero que algún día sigan mis observaciones y consejos.

Carlos Reyna Arimborgo
Ago-07, Dic-10, Set-11

2 comentarios:

  1. Excelente enfoque del problema.

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  2. Para anónimo

    Me hubiese gustado que se explayase un poco más pero de todas maneras gracias

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